La relevancia de la agenda social

l impacto del coronavirus -ayer declarado pandemia por la OMS- ha sido sin duda el tema que ha copado las conversaciones y las decisiones de los chilenos estos últimos días. Aún es muy pronto para saber el real alcance que tendrá en nuestro país, pero será sin duda un factor negativo que se sumará a un escenario económico poco auspicioso marcado por la incertidumbre del proceso constitucional y otros factores, como la sequía. Está además por verse la resolución en el mediano plazo de las tensiones comerciales de China y Estados Unidos y del brusco cambio de escenario en el petróleo. Con todo, en este abrumador panorama cobra aún más sentido insistir en la focalización de políticas públicas hacia quienes se verán más afectados por este panorama.

Las personas de menores ingresos en este ciclo de bajo crecimiento -que los expertos están prolongando a un horizonte de al menos dos años- serán los más afectados en términos de empleo y aumento de precio de productos de alimentación. Es por esto, que es clave avanzar a paso decidido en aquellas medidas administrativas y legislativas que permitan a los chilenos más vulnerables enfrentar un escenario difícil. En tiempos difíciles la tentación de aliviar por la vía de bonos aislados es grande. También lo es intentar subir salarios mínimos, beneficiando solamente temporalmente a un grupo de trabajadores con contrato formal y dar la espalda a los que están en la búsqueda de empleo. Chile en el pasado ha caído en estos dos errores durante procesos económicos complejos y los resultados no han sido buenos precisamente para quienes se pretende ayudar. Iniciativas como el ingreso mínimo garantizado y el aumento de la pensión básica solidaria parecen, por el contrario, el camino correcto. Esto junto a una serie de reformas sociales que se postergan una y otra vez -emblemático es el ejemplo de la reformulación del Sename- deben volver a ocupar los primeros lugares en las prioridades políticas.